Llueve.
Cerebros alcoholizados.
Bebe, bebe y bebe.
El cuerpo obligado.
¿No quiere?
Sufre tiritando
cual niño imberbe
por un vaso.
¿Vicio?
¡Adiccionado!
En la sangre casi un litro
mas las alcantarillas se siguen llenando,
ya no importa que el alcohol sea barato.
Bebió y bebió.
De urgencia
lo trajeron y no se acuerda.
¿Por qué? Ahora protesta.
Entonces no importó,
ya no sabía
lo que decía
ni lo que bebía.
Vomitó y vomitó.
De urgencia
lo trajeron y no se acuerda.
¿Por qué? Ahora protesta.
Entonces no importó,
ya no sabía
lo que decía
ni lo que bebía.
Vomitó y vomitó.
Embriaga.
ResponderEliminarEl húmedo sabor de tus letras
tiñe tinto
el bermellón de la sangre.
Mi sangre.
Adicción de alcohol y de versos.
Vengo, leo, disfruto y dejo mis saludos, Lisardo.
Tan hermosa respuesta
Eliminarde tan admirada poeta
sí es embriagadora,
gracias es palabra corta
pero sentida.
¡Por cierto! Tu saludo encariña,
lo disfruto como una caricia en las pupilas.