miércoles, 30 de marzo de 2016

Incógnitas

Al tomar un café
me acordé de las capuchas,
venía una y otra fue.
Fui, más bien.

La sonrisa nocturna
que ya no estaba oculta
leyó.
Me habló y sonrió.

Y yo escribi,
y repetí,
y hoy también
y, otra vez.

Y es después del mar
que nació,
y volvió,
y volverá.

Y después del mar
tierra
y cordillera
y después, en el sur, también mar.

O no,
que todo no se conoció,
incógnitas
casi desconocidas todas

pues el universo
es más allá,
es un océano
en el que las estrellas siempre me brillarán.

Atrapé una incógnita en la calle,
en el parque,
en la acera
al lado de la piscina descubierta,
en el nocturno aparcamiento
mientras ladraba al viento
y al incógnito que escribe
una blanca tilde
en danzante algarabía.

Palabras escritas
camino de casa, sin prisa,
sin ninguna prisa
disfrutando al escribir
como siempre o más.
Gozar en dulce existir,
enanos ladridos
golosos al recordar.

Saludándonos
sin despeinarnos hablamos
alegrando mi noche
esa sonrisa en conversación,

fugaz.

Pasó.
Sentado en La General
un coche
me despierta del pretil
en nocturno circular.
¡Cómo se va!
Es el tiempo que resbala en mi
en este escribir del vivir.

Nos fuimos cubierta la cabeza,
la suya disfrazada de Pamela,
yo con la mía chilena y contenta.
Ya me voy,
penúltima mirada a las ventanas altas
y para casa.

Cerca estoy.
La noche hoy es todo luna, blanca.

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